"Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos"

Probá no probar

jueves, 18 de febrero de 2010

que es la Mesa Nacional GIA?

Mesa Nacional de Conducción de la Red de Grupos Institucionales de Alcoholismo GIA
PRESENTACIÓN
Esta presentación tiene por objeto exponer la experiencia y las conceptualizaciones de ella surgidas, de los Grupos Institucionales de Alcoholismo.(G.I.A.)
Nacidos el 15 de febrero de 1984 en el Hospital Zonal de General Roca (Río Negro) su tarea se despliega hoy en las Provincias de Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Neuquén, Río Negro, La Pampa, Buenos Aires, San Luis, Mendoza, Córdoba, Santa Fe, y Entre Ríos.
Son más de sesenta grupos que a principio de 1995 han constituido una Mesa Nacional de Conducción de la Red G.I.A con representantes por provincia. Se reúne cada dos meses en sedes rotativas, y conduce las acciones de conjunto de la Red, sistematiza el conocimiento colectivo, orienta las líneas de investigación, recoge las experiencias organizativas de las redes provinciales y toma contacto directo con los actores del proceso terapéutico en cada lugar, aprendiendo de sus condiciones de vida cotidiana, de sus problemas y de sus recursos para enfrentar a éstos.
Los G.I.A. tienen como espacio las instituciones de la Salud Pública.
En tanto pensamos al alcoholismo como el principal problema de la salud colectiva, es desde dichas instituciones que debe dársele una respuesta. Este es para nosotros un punto de partida en el que confluyen varios niveles de análisis:
La vida cotidiana nos muestra que es al hospital o a otras instituciones de Salud que concurren los alcohólicos y sus familias demandando ayuda. En el sistema representacional de la población, este problema tiene que ver con la enfermedad y con la salud, y por lo tanto derivan su consulta al espacio vinculado con lo sanitario.
Como agentes de Salud del Hospital Público, pensamos que la densa de éste pasa por transformarlo en institución capaz de dar respuestas a los grandes problemas de carácter sanitario que padecen los argentinos. * Libro : Alcoholismo y GIA . Dr. Jorge Luis Pellegrini. 1997
En ello aparece una opción que hemos explicitado y por la que nos hemos definido: operar en el campo de lo público, pugnando a la vez por transformar al Hospital en una organización eficaz, eficiente, actualizada científicamente, humana, humanizante, terapéutica para enfermos y agentes de Salud.
Nos medicalizamos un fenómeno social como el proceso de alcoholización. Pensamos que el Grupo debe organizar una vasta tarea hacia el Hospital, en el Hospital, buscando desplegar y potenciar el recurso en Salud que la sociedad tiene. Esto lleva a que los G.I.A operen con la noción de Red, la cual a su vez determina el tipo de grupo que constituimos. De tal manera el sector salud se ofrece como coordinador de una amplia tarea que implica al conjunto social.
NUESTRA NOCION DE RED
Una Red no es un Inter.-juegos, o una federación de ellos. Trabajar con el concepto de Red hace a la práctica cotidiana en el grupo, a la tarea que este se propone, a la técnica, la logística, la táctica y la estrategia en juego.
Cada miembro del grupo es portador de una historia como individuo, como parte de una familia, de un pueblo, de una nación. Posee un pasado, un presente, y un proyecto de futuro. Su identidad está ligada a todo ello. El mismo puede ser visto como nudo de varias redes sociales que operan simultáneamente y que resuenan en su mundo interno. Sus grupos familiares, vocacionales, laborales, vecinales, escenificados en su psiquismo están presentes en su concurrencia al G.I.A. Escucharlo es escuchar esta trama sobre la que se ha ido estructurando su identidad, en un proceso de construcción, destrucción, reconstrucción y nuevas construcciones.
Por lo tanto al configurarse el grupo, este tiene desde su fundación vasos comunicantes sociales que lo implican y se presentifican en cada reunión. El grupo forma parte de una compleja red o conjunto de redes. Las mismas operan hacia el G.I.A. y nuestra tarea es también explicitar estas pertenencias. A la vez, el grupo define iniciativas hacia esas redes, hacia sus distintos entrecruzamientos, en un movimiento que se apoya en las capacidades sociales y busca generar un movimiento por la salud a partir de ocuparse del principal problema sanitario de nuestra población.
Puede pensarse entonces a cada miembro del G.I.A. como perteneciente a distintas redes, en las cuales va operando también con sus descubrimientos en el seno del grupo. Cada individuo lleva el contradictorio proceso de recuperación a sus vínculos personales, grupales y reticulares, y allí también se registran transformaciones que operan sobre el individuo. Cada reunión del G.I.A. es una caja de resonancia de este interjuego psicosocial.
También puede pensarse al propio grupo como entramado con la misma institución a la que pertenece, con los distintos individuos, núcleos, organizaciones y grupos que dentro de éstas conviven.
A partir de ellos, se articulan con los distintos sectores, entidades e instituciones sociales con los que se va ligando explícitamente por iniciativas asistenciales preventivas y rehabilitadotas surgidas del G.I.A.
De tal modo cada grupo lo vemos abierto hacia estas distintas pertenencias, y es a partir de iniciativas concretas que buscamos organizar concientemente esa periferia grupal. Periferia internalizada a veces descalificada y confusamente en cada miembro. Periferia que muchas veces el grupo quiere hacer de cuenta ha quedado de la puerta hacia fuera del espacio de reunión.
Este es el sentido de la tarea que desplegamos, por ejemplo, hacia los medios de comunicación. Pensamos en los que en ellos trabajan como eventuales multiplicadores de Salud, así como la realidad nos muestra con que frecuencia lo son de enfermedad. Disputamos ese espacio con la idea de poder respondemos una pregunta. ¿Qué puedo hacer yo? ¿De quién es este problema: de “ellos” o de todos?
Los comunicadores pueden habilitar un espacio para la Salud, que quizá no tenga la amplitud que tienen las campañas inductoras al consumo excesivo de bebidas alcohólicas. Pero el G.I.A. busca generar un debate en la cabeza de los comunicadores, y con ellos en los destinatarios de ese medio.
Hay que pensar que la radio, por citar sólo un medio, es para un ser humano alcohólico, para su familia, para sus pares, un espacio de acceso casi imposible. “No saben hablar”. El mismo aparato les habla y muy excepcionalmente los puede atender por teléfono. Es un verdadero salto en su conciencia y en su práctica social, que un familiar o un afectado directo “pongan el cuerpo” desde un programa del G.I.A. Ese artefacto que les hablaba y los tenía como confusos y pasivos receptores, hoy se pone por iniciativa grupal, al servicio de un rol activo defensor de la propia salud, y de promoción de la misma en una sociedad que niega y reniega de esta realidad.
Este nuevo rol activo parte del proceso grupal, apuntala la recuperación del enfermo y entra en contradicción con el rol pasivo dependiente característico del alcoholismo. Ese individuo que habla o aparece en los medios, o que peticiona activamente a las autoridades, enfrenta con miedos, ansiedades, desconfianzas, el nuevo lugar social que con el grupo descubre y conquista.
El grupo sostiene, apuntala, este proceso, que implica rupturas y destrucciones identificatorias, reconquista de procesos de identidad desvinculados de la botella, conquista de nuevos procesos ligados a proyectos con esperanza e independización.
Las redes sociales pueden acompañar este movimiento prestándole apuntalamiento, si los grupos G.I.A entienden que es parte de su tarea tener iniciativas que al ponerlas en movimiento les permite revisar sus ideas y representaciones sobre la enfermedad. De otra manera es imposible pensar en un proceso de reinserción activa en la sociedad, de los enfermos y sus familiares, condenándolos al circulo empobrecedor de la marginación, en el que los procesos de aprendizaje se congelan, se instala la nomia y se cristaliza el rol de enfermo incurable. Y junto a ellos, el propio grupo se hace marginal, se encierra, se burocratiza, repite en lugar de aprender y se transforma en una nueva estructura dependizadora.
Las redes sociales existen más allá de nuestra voluntas y afortunadamente de nuestra acción. No se trata de “inventarlas” como a veces suele escucharse. La acción de los G.I.A reconoce esta existencia del mundo arriba descripto y se propone operar activa y conscientemente en y con él hacia generar un movimiento por la Salud. Existe por tanto una relación dialéctica Grupo. Red en la que el G.I.A. juega un papel de elucidar, de explicitar los modos en que esas redes operan sobre individuos y grupos, a la vez que como parte del proceso terapéutico planifica sus iniciativas hacia esas redes.
Esto permite abordar la investigación del modo en que lo cultural, lo étnico, lo histórico, lo social determinan el proceso de enfermar y del sanarse. Nuestro nacimiento en una provincia patagónica fue posibilitado por una indagación de los modos regionales del proceso de alcoholización, de los contenidos y significados que el padecimiento adquiere en cada lugar y sector o clase social. A la vez ello posibilito que cada persona fuera tratada en su lugar de residencia, que es donde están las causas de su padecer y los recursos para superarlo.
La constitución de una Mesa Nacional de Conducción ha significado un nuevo salto de calidad, ya que podemos tener una posibilidad de conocer y abordar el alcoholismo desde instrumentos científicos de validez más general, a la vez que vamos conociendo la interrelación con otras redes sociales que operan en distintos ámbitos pero que de algún modo juegan en el campo de la Salud y más específicamente en el de Adicciones- Alcoholismo.
LO INSTITUCIONAL
Algo que identifica a los G.I.A en su carácter institucional. Les da identidad, y a la vez les proporciona un lugar crítico. Crítico en varios de sus sentidos.
Los G.I.A buscan apoyar el proceso de transformación de los alcohólicos en seres humanos activos defensores de su salud. Esto entra en contradicción con la institución sanitaria que concibe al enfermo como el que no sabe y debe ser atendido por el que sabe y que pertenece y representa a la institución. La estrategia desde la misma admisión es pensar a los consultantes como potenciales multiplicadores de salud, con su nombre y apellido (el que los identifica como personas y no el que les es impuesto en el hospital).
Tratamos de habilitar un lugar y un tiempo de respeto, cuidado y acompañamiento dentro de una institución que históricamente práctico la descalificación, la humillación y el mal trato.
Tenemos un encuadre claro, inmodificable en sus constantes de tiempo, espacio y coordinación, dentro de una institución en la que esas variables suelen ser arbitrariamente modificadas sin consulta los enfermos, en la que es difícil el respeto por los espacios de consulta y tratamiento y en la que la disputa por el poder suele expresarse en la posesión de cuatro baldosas más de superficie poseída.
Constituimos grupos terapéuticos en una institución organizada sobre la atención individual y despersonalizada. El Hospital pasa a ser el espacio habitable diariamente para quienes pelean por su rehabilitación en el lugar de reunión protagónica, sin pasar la amansadora de salas de espera y desespera en la que los seres humanos se adocenan y en las que también sostienen sus únicos diálogos igualitarios.
Los familiares, amigos o vecinos, no quedan afuera en el corredor sino que participan de la tarea común, aportando lo suyo, y aprendiendo lo que necesitan para poder ayudar.
En el grupo atendemos lo somático, lo psíquico, lo cultural, lo social, recordando aquello que “el que solo sabe Medicina, ni Medicina sabe”, en una institución que cada vez más opera sobre el síntoma físico y descontextualiza el proceso salud/enfermedad.
Vemos al Hospital como centro de iniciativas desde y hacia el conjunto social, en una institución que se ha ido encerrando y en la que el trabajo comunitario está descalificado, mientras la aparatología médica posee el máximo prestigio.
Todo esto y otras consideraciones que podríamos agregar, hacen que nuestra pertenencia institucional implique una crítica hacia esa institución. Crítica que comienza con la propia fundación del grupo, cuya existencia misma afirma lo negado: la enfermedad y su exacto diagnóstico en las Historias Clínicas.
Decíamos arriba de nuestro “lugar critico”. Lo es también porque trabajar hoy en un Hospital Público es trabajar con un aspecto doloroso de la crisis social.
La propia identidad del Hospital su carácter público está cuestionada por las políticas sanitarias y los discursos ideológicos más a la moda. Esto transcurre con situaciones críticas que envuelven a toda la institución, y que inevitablemente transcurren en el grupo exigiendo ser leídas, conocidas, interpretadas y abordadas. Muchas veces nos asalta la tentación del grupo como quiste indiferente a estos avatares hospitalarios y como refugio seguro contra la crisis de “afuera”. Dura poco: el tiempo que tardan en aparecer recaídas inexplicables, coordinadores agobiados o palabras si tareas.
Los coordinadores, los espacios de discusión de lo acontecido en el grupo, las Jornadas anuales de carácter nacional así como las de carácter regional, y las reuniones de la Mesa Nacional de Conducción de la Red G.I.A deben hacer una lectura permanente actualizada de los procesos institucionales, cuidando de no obviar que existen diferencias marcadas entre regiones, provincias y localidades. Pero estos grupos necesitan para ser operativos tener una clara interpretación del momento que atraviesan las instituciones en las que están incluidos y que les proporcionan parte de su identidad grupal. De allí que deben analizar el impacto que sobre la vida del G.I.A. tienen las decisiones de política sanitaria que se toman en los distintos niveles y que inmediatamente generan cambios en la vida cotidiana hospitalaria.
Esa lectura hace al carácter del G.I.A. como instrumento terapéutico y como componente de distintas redes sociales. Este doble carácter de los grupos será visto más adelante.
LO GRUPAL
Compuestos por profesionales y trabajadores de la salud, junto con afectados directos, sus familiares, amigos vecinos y aquellas personas que se reconozcan parte del problema, estos grupos tienen un coordinador que adquiere dos capacitaciones básicas en servicio: aprender sobre grupos (teoría, técnica, coordinación) y sobre alcoholismo (clínica, epidemiología, etiologías sociales, culturales, económico sociales, psico-sociales, etc). Dado que el sistema educativo argentino en ninguno de sus niveles normativos enseña esto, es la Red G.I.A. la que se ha hecho cargo desde hace más de diez años de formar desde y hacia la práctica clínica individual, familiar, grupal, comunitaria a personas que van asumiendo la coordinación grupal.
Psiquiatras, médicos clínicos, o generalistas, psicólogos, asistentes sociales, agentes sanitarios, enfermeros, psicólogos sociales, ex pacientes, familiares, vienen asumiendo esta tarea respaldados por un proceso formativo permanente al que aportan y por el que avanzan en su conocimiento. La publicación periódica de “Cuadernos de Alcoholismo” desde el Centro de Referencia Nacional sobre Alcoholismo de San Luis, habilita un espacio de intercambio científico regular en el que escriben los miembros de la Red, posibilitando la existencia de la única revista argentina especializada en el tema Alcoholismo.
Son grupos de Alcoholismo y no de alcohólicos. Ello señala que su tarea es asistir, prevenir, rehabilitar, investigar, enseñar aprender sobre esta enfermedad médico social. La denominación alude a su tarea ocuparse de todos esos aspectos vinculados a la enfermedad y no a la composición de sus miembros (ser alcohólicos). Ello es así porque partimos de definir el carácter social de esta dependencia. Vale decir: que nos implica a todos, y no solo a “ellos” los alcohólicos.
Ha existido y existe una idea en cuanto a que el alcoholismo es una enfermedad de los que la portan. Tomada de la infectología, esta idea señala que el alcoholismo es un proceso que padecen los dependientes de la ingesta de bebidas alcohólicas. Por lo tanto son los portadores de la dependencia quienes deben ser tratados. A lo sumo sus familiares en general puestos en el lugar de “víctimas” tienen su grupo aparte.
Detrás de este enfoque está la concepción de daño individual o familiar que produce el alcohol
Partimos de otra concepción: este es un padecimiento colectivo. No se trata de un enunciado sólo ético que convoca a nuestra solidaridad como seres humanos y a nuestra obligación como profesionales de la Salud Mental. Es la convicción que las adicciones y alcoholismo es la principal de ellas implican un proyecto de sociedad y de país que lesiona nuestra propia trama de apoyos para el desarrollo del psiquismo hacia prácticas transformadoras de una realidad critica en tanto instalan el no decir y en su lugar el actuar el no poder escuchar, el ruido, la violencia al servicio de la repetición, la obnubilación que impide leer la realidad, etc. El alcohol como disolvente de las organizaciones humanas y como medio de control social, nos hace plantearnos sobre su instrumentación, su aparición y sobre los actores sociales que condicionan su uso y abuso.
No compartimos la idea sobre que hay seres humanos “que caen en las garras del alcohol” o “son víctimas de él”, porque es otorgarle un rol activo que no posee.
Es un proceso psicosocial el que activa a la sustancia, y la torna funcional para proyectos personales, familiares, sociales. De ahí que la tarea del G.I.A. no se centra en la sustancia sino en el proceso que la utiliza. No somos fiscales del consumo o del aliento de los miembros del grupo sino que rescatamos historias de vida que siendo individuales también reflejan un algo de la historia del padecimiento colectivo. Si aparece alguna recaída la abordamos como parte de un largo y contradictorio proceso de búsqueda de la Salud, y no como la confirmación de la incurabilidad de una enfermedad siempre presente.
Así como no giramos alrededor de la botella tampoco lo hacemos en torno de la enfermedad rastreando signos, síntomas síndromes, perversiones, caracteropatías y otros hallazgos psicopatológicos. No lo s ignoramos, los investigamos y tratamos de dilucidar en el grupo. A lo que nos referimos es que nuestro centro está puesto en trabajar con los aspectos sanos que todo padeciente preserva. Y pensamos al grupo como el apoyo colectivo necesario para desarrollar estos aspectos. La creatividad, las técnicas corporales, la reorientación de los proyectos de vida, la proyección social de la tarea, la atención domiciliaria, el apoyo a los internados, el acompañamiento en las crisis, la organización para participar de encuentros regionales o nacionales, van apuntalando nuevos proyectos individuales, despliegue de roles activos, rupturas con identificaciones tempranas que han sostenido por años la adicción a beber, revisión de historia s familiares dependizantes, elaboración de las pérdidas casi siempre presentes, etc.
Lo anterior nos permite entender que decimos cuando planteamos “correr la botella” Vale decir: ver que hay detrás o dentro de ella. Preguntarnos ¿qué compramos cuando adquirimos bebidas alcohólicas? ¿vamos a buscar la sustancia química?
Nuestra idea es que cada bebida esta investida de imágenes, promesas de paraísos inencontrables, omnipotencias impotentizantes, falsas ilusiones, huidas de un presente angustiante, seguridades con triunfos, placideces sin miedo. Trabajamos en el grupo estos sistemas representacionales.
En los G.I.A. cada uno tiene su nombre y apellido. El que sintetiza su historia y su identidad. El que da cuenta de su individualidad y de su pertenencia a una historia familiar, étnica, regional, social. El que le fue dado aún antes de su nacimiento por otros de los que fue proyecto y realidad. Nombre y apellido en el que se condensan deseos, memorias, ilusiones, revanchas, del grupo humano al que llego cuando la función llevaba tiempo de comenzada. Identidad que entra en crisis a medida que el proceso corrector se desarrolla y que se reconstruirá sobre nuevos y viejos cimientos.
En el grupo se aprende quien es quien. Por ello no acordamos con el anonimato que niega la historia sintetizada en el nombre, que ignora la identidad construida en el proceso familiar y social, para crear una prótesis de donde la identidad queda determinada por la pertenencia al grupo.
La autoayuda es algo muy actual. Los profesionales universitarios y el grado de cumplimiento que tenemos con nuestra responsabilidad social algo han aportado. En principio digamos que cualquier tratamiento implica una cuota de autoayuda presente en la decisión de iniciar y de sostener un tratamiento cualquiera él sea. Por tanto nuestro abordaje incluye la autoayuda pero no define a los G.I.A como grupo de autoayuda. Nuestra preocupación por ampliar el conocimiento científica de la enfermedad, ofrecer ese conocimiento al grupo para su enriquecimiento, la formación de coordinadores, las publicaciones científicas que hemos originado, reflejan nuestra preocupación de sistematizar la experiencia para hacerla reproducible y ampliable, abarcando horizontes cada vez más vastos.
EL PROCESO DE NATURALIZACION
“Ante los hechos cotidianos, por favor no digan: es natural”. Así prolonga Bertolt Brecha, su drama. Así podría plantearse una convocatoria del G.I.A.
Nos hemos referido al mecanismo psicosocial de negación y renegación con el que nos enfrentamos diariamente en la clónica grupal. En otro nivel mas sociocultural aquel mecanismo se articula con la naturalización, proceso por el que la alcoholización deja de ser una construcción social para ser algo hasta enraizado en la cultura popular.
De este modo también se sustrae del campo sanitario al padecimiento de millones de seres humanos, introduciendo una cierta cuota de fatalismo conectada con el rotulamiento del alcoholismo como enfermedad incurable e intratable.
Esta renuncia al proceso transformador recuerda el trato social hacia el loco y la locura y su correlato. La marginación el abandono el maltrato y el encierro. La misma perdida de la condición humana.
Es frecuente escuchar “siempre se tomo alcohol”, con lo cual se confunden consumo y enfermedad. Pero si lo que se quiere afirmar es que enfermos alcohólicos hubo siempre, lo primero que debe analizarse es por que estamos frente a una patología social creciente sostenidamente.
Junto con ello cual es el contenido actual de esta y de las demás adicciones.
La naturalización nos coloca frente a la idea de fenómenos inmutables a –históricos, a-sociales, que en función de estar habitualmente instalados en la vida cotidiana dejan de ser vistos, escuchados y comprendidos.
Contribuye a apoyar esa naturalización el que las bebidas alcohólicas están presentes en nuestro proceso de socialización desde los primeros días de vida, incluidos en la vida familiar, sobre la mesa en torno de la cual se celebran almuerzos y cenas, o como momento culminante de festejos en los que siempre se brinda. Es cuando decimos ¡Salud! Este carácter relacional asociado a figuras familiares fundamentales, le otorga a la bebida alcohólica un lugar en nuestros más tempranos procesos de identificación, de constitución como sujetos.
Sobre esta temprana familiarización e internalización del consumo en momentos de encuentros con los seres humanos a partir de los cuales, de los vínculos con ellos, se construye nuestra identidad, es que se apoya la idea de la naturalización que arriba señalamos.

CANCION DE LOS ACTORES
“Así termina la historia de un viaje, Ustedes han visto y escuchado. Han visto lo habitual, Lo que constantemente se repite, Pero, atención, Bajo la apariencia de lo familiar, Descubran lo insólito, En lo cotidiano, desentrañen lo inexplicable, Reconozcan la regla como abusoY donde aparezca el abuso, Pónganle remedio”.
(Apagón final)
Bertolt BRECHT “La excepción y la regla”.Drama (1930)
www.gia.org.ar

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog